¡Adiós Viejo!
Hoy, mi padre decidió cortar el árbol que por una vida nos regaló sombra en casa; no fue una decisión fácil, tardo más de medio año desde su última poda, pero por su avanzada edad y las constantes lluvias de la temporada significaba un riesgo. No imagino la casa paterna sin ese magnífico mezquite que en cada primavera nos regalaba un mosaico de flores amarillas. Y ni que hablar de los pajaritos que venían a visitar a este viejo árbol que tantas veces con sus brazos dio cobijo a las gallinas "voladoras" de la vecina, a las palomas blancas, los colibríes, los gorriones (sí, esos de pecho amarillo que dice la canción), hasta la escandalosa parvada de loros silvestres y el picapalos que de vez en cuando venía a comerse los gusanitos que temerosos se escondían entre la corteza. Pero las aves no fueron la única fauna que ahí anidaba, también vivían las multicolores tantarrias que cada temporada con su canto llamaban la lluvia cuando ésta escaseaba y también los verdes azotadores d...