Frida Kahlo, la mujer que convirtió el dolor en arte...
A 107 años de su
nacimiento, Frida Kahlo ha sido descrita como una de las más grandes divas de
la historia contemporánea, una mujer bebedora de tequila, fumadora, bisexual,
feminista y narradora de chistes subidos de tono.
Hay mujeres que se
doblan cien veces pero no se quiebran, una de ellas; Frida Kahlo, una artista que
para llegar a la cúspide de su carrera tuvo que sufrir un terrible calvario, siempre sobre su cama, una
cama que sirvió unas veces de inspiración, de nido y, lamentablemente, de
“potro de tortura”.
La cama siempre ha
sido un elemento constante en las obras de la
artista, no es una coincidencia que una de las pinturas más representativas
de Frida Kahlo sea precisamente sobre un lecho de vida y de muerte (El Sueño o La Cama , 1940).
El primero de los
infortunios de Frida Kahlo consistió en una poliomielitis durante su infancia
dando inicio a una serie de tormentos. Esta primera enfermedad la obligo a
permanecer nueve meses en cama. Años después, y como una maldición del destino,
sufrió un accidente a bordo de un autobús que le ocasiono la ruptura de varias
costillas, la pelvis y un pie, así como esguinces severos en el cuello y la columna,
que la dejaron atada al dolor, a una enfermedad de por vida y postrada a una
cama.
Fue en esta época
cuando Frida Kahlo comenzó a pintar las obras que años más tarde le darían
popularidad y prestigio, copiando su rostro de un espejo puesto en el dosel de
la cama. Para 1926, Frida ya había realizado su primer autorretrato (Autorretrato con Vestido de Terciopelo, 1926).
Frida Kahlo era
todo menos una mujer convencional. A finales de los años 30, las mujeres que vestían
a la moda usaban vestidos entallados y el cabello perfectamente peinado, pero
la pintora era una excepción. Ella iba a las cenas y a los teatros de París o
Nueva York con moños, faldas y blusas indígenas holgadas bordadas con flores de
colores brillantes y unas cejas pobladas, una imagen muy alejada de las mujeres
de su época y que trasmitía una seguridad en sí misma increíble.
Para Kahlo la ropa
era su aliada, una especie de armadura que le servía para disimular sus
imperfecciones físicas y una vida de dolor emocional; desde temprana edad,
comenzó a vestir pantalones y faldas largas para ocultar el adelgazamiento de
su pierna derecha debido a la enfermedad que el aquejo de niña.
Pero la forma de
vestir no fue más que la proyección de su manera de pensar. Desde su juventud,
Frida Kahlo fue partidaria del cambio social, del reto a la autoridad, del
desafío a los estereotipos clasistas y del avance del rol femenino en la
sociedad. Incluso, Kahlo destacó como una de las 35 mujeres entre dos mil
alumnos que ingresaron a la Escuela Nacional
Preparatoria para cumplir su sueño de ser médico, una profesión considerada exclusiva
para varones.
Fue en la misma Escuela
Nacional Preparatoria donde Frida se encontró con el segundo error de su vida, tal
como lo elle misma lo manifestó en
repetidas ocasiones, conoció a Diego Rivera: “Yo sufrí dos accidentes graves
en mi vida, uno en el que un autobús me tumbó al suelo… el otro accidente, es
Diego”. El muralista se encontraba pintando La
Creación (1922) en el anfiteatro de la institución
educativa, en poco tiempo Diego se convertiría en su esposo y en el causante de
muchos de los sufrimientos para la también llamada Paloma.
Frida fue una
feminista consumada, no solo por estar en contra de los cánones establecidos
que mantenían a la mujer rezagada; la pintura, fue otro de sus escaparates, sus
cuadros retratan la batalla diaria de una mujer contra el dolor físico, unas
veces triunfante, dando vida y otras veces derrotada, rota, mutilada (La Columna Rota. 1944).
Se dice que es una
bendición nacer y morir en la misma casa, Frida Kahlo tuvo esa suerte, morir en
su Coyoacan, su barrio bohemio y en su
amada Casa Azul el 13 de julio de 1954, su último suspiro fue precisamente en
esas cuatro paredes que albergaron a su amigo el poeta Pablo Neruda, Nelson
Rockefeller, a su marido intermitente Diego Rivera y al mismo León Trotski.
Se puede pensar en
Frida Kahlo como la perfecta consumación entre la vida y la muerte, a pesar de
sus infinitas estancias en hospitales y sus largas convalecencias nunca dejo de
disfrutar y hacer lo que más le gustaba, pintar.
Es admirable que
una mujer que padeció un sinnúmero de males físicos haya pintado Viva la Vida , un cuadro que enaltece el amor a la
vida, y que con sus colores brillantes trasmite alegría, felicidad y optimismo.
“Viva la Vida ”
es una frase que a inspirado a bandas
internacionales como Coldplay y Red Hot Chili Papper (Viva
la vida, sandias. 1954).
En 47 años de
vida, Frida Kahlo, fue sometida a 32 operaciones, sufrió tres abortos e
infinidad de rupturas con el señor Diego Rivera, esos sólo fueron algunos de
los dolores que se convirtieron en los temas de sus 200 obras pictóricas, y que
fueron calificadas por fotógrafo y poeta André Breton como surrealistas, lo que
ella desmintió diciendo: "Piensan
que soy surrealista, pero no es cierto, no lo soy. Yo nunca
he pintado lo que sueño. Yo pinto mi propia realidad”
La pintora mexicana
de una sensibilidad emblemática a 60 años de su muerte se ha convertido en un icono mundial del Arte en México, no
sólo ha rebasado fronteras con sus obras personales sino también, marco la
diferencia de ser una mujer autosuficiente que hasta el ultimo suspiro luchó
por rescatar las raíces del arte popular después de la Revolución , época
histórica que marco su vida.
Aún con sus
excesos de alcohol, su lado bisexual y rebelde, Frida Kahlo se ha convertido en un emblema nacional, un ejemplo
de cómo sobrellevar el dolor, amar con aguda pasión, ver el lado alegre a pesar
de tanto sufrimiento, de sentirnos orgullos de nuestras raíces y tener la voluntad
y el carácter de vivir intensamente.
Bien lo dijo el
escritor mexicano Carlos Monsiváis: “Frida Kahlo carece de estatuas, pero a
cambio dispone de millones de nichos de la memoria”, en la memoria de cada
mexicano.
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